Un antiguo almacén de licores y vinos, situado en Santa Coloma, justo enfrente de casa, se convirtió en nuestro siguiente objetivo. Así que tras averiguar el nombre y teléfono del propietario, quedamos con él una mañana para hacerle una visita. La ubicación era ideal (al lado de mi casa), era suficientemente grande, nos dejaban coger luz gratis, y las paredes tenían una textura ideal para el estilo visual del corto. Pero carecía de columnas, máquinas y trastos viejos, estaba muy limpia, y lo peor, el local estaba en alquiler, por lo que podíamos quedarnos sin localización de la noche y la mañana si aparecía un rendatario del agrado ($$$$$) del dueño.
La misma mañana nos desplazamos a Sant Joan Despí al antiguo piso de Pablo; en los bajos de su bloque había un local enorme que había de convertirse en parking, y que según él podía ser una buena opción. Y la verdad es que lo era. Tras colarnos por el parking de la finca y recorrer un laberinto de escaleras, llegamos al parking en construcción. Pablo tenía razón, el sitio era guapo de cojones. Grande, con gruesas columnas, con tenues entradas de luz en pequeños ventanales en lo alto de la pared. Había que atrezzarlo completamente, pero valía la pena intentarlo. Además, al estar al lado de TV3, el fin de semana no tendríamos problemas de aparcamiento. Hala, ya lo teníamos. Sólo había que conseguir el permiso. El problema es que la propietaria del local era una constructora que se rió al oir la frase “cesión gratuita”. Desde cuando los cabrones de los tochos iban a dejar algo gratis. “Que les den, ya encontraremos otra cosa”-dijimos para animarnos. “Qué putada, porque era de puta madre”-pensamos desilusionados. La verdad es que parecía difícil encontrar una localización tan guapa como la que nos acababan de negar.
La misma mañana nos desplazamos a Sant Joan Despí al antiguo piso de Pablo; en los bajos de su bloque había un local enorme que había de convertirse en parking, y que según él podía ser una buena opción. Y la verdad es que lo era. Tras colarnos por el parking de la finca y recorrer un laberinto de escaleras, llegamos al parking en construcción. Pablo tenía razón, el sitio era guapo de cojones. Grande, con gruesas columnas, con tenues entradas de luz en pequeños ventanales en lo alto de la pared. Había que atrezzarlo completamente, pero valía la pena intentarlo. Además, al estar al lado de TV3, el fin de semana no tendríamos problemas de aparcamiento. Hala, ya lo teníamos. Sólo había que conseguir el permiso. El problema es que la propietaria del local era una constructora que se rió al oir la frase “cesión gratuita”. Desde cuando los cabrones de los tochos iban a dejar algo gratis. “Que les den, ya encontraremos otra cosa”-dijimos para animarnos. “Qué putada, porque era de puta madre”-pensamos desilusionados. La verdad es que parecía difícil encontrar una localización tan guapa como la que nos acababan de negar.
(Continúa en LA LOCALIZACIÓN-Calella)
(Viene de LA LOCALIZACIÓN-Barcelona)
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